– Jn 12,1-11 –
Fragancias
Nardo puro… quisiera impregnarme como esa casa en Betania.
Costoso perfume derramarte…
Inundarme de Tu fragancia y desparramarte en todas partes.
No hay tal derroche, nada es mucho, no existe el “demasiado”
Eres Tú mi Dios y Señor, eres Tú mi bien amado Salvador.
Eres Tú mi Maestro y mi Rey. Eres mi Pastor, esa voz conocida.
Ese andar incansable…
Ese amor en gestos y en Palabras.
Amor en Tus manos, en signos…
Amor en miradas compasivas y verdades contundentes…
Amor infinito, que nada guardó.
De todo fuiste capaz por nosotros, por amor, por redención.
¿Qué es a Tu lado un costoso perfume?
El derroche… eres es en verdad Tú, mi Señor.
Ve y sigue tú Judas con ese plan escondido y velado.
Ve con tu bolsa barrigona y tus amigos judíos por más monedas.
Todavía se amontonan alrededor de mi Rey… ya no hay más que decir…
Ya está todo consumado, ya no más trampas locuaces o mudas.
¡Que lo hagan!
Que este perfume ha sido ya derramado y su fragancia esparcida
Esa mujer sufriente de anticipación, percibiendo tu suerte inminente…
Disfrutando todavía tenerte y llorando saberte de partida…
Ni servía, ni comía, ni curioseaba, ni juzgaba, ni señalaba…
Sólo amarte, sólo estar con Vos… sólo Tú y ella, ella y Tú.
Aseguró dejar su corazón embebido en Tu preciosa sangre,
Sus cabellos mojados,
su rostro empapado entre el dolor y el perfume.
Otra vez Betania, otra vez Lázaro, Marta y María…
Otra vez la amistad, la cena… Otra vez Marta servía y
María sabía cuál era la mejor parte.
Esa que no le será quitada…
Estar a Tus pies, ahora ungidos de nardo puro.